Cultura y Formación, Opinión

LA LENGUA DE MI ABUELA ELVIRA

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Recuerdo hablando a mi abuela Elvira como si fuera ayer. Era de Montánchez y murió convencida de que hablaba mal. No sabía el por qué pero eso era lo que le decían. Cada vez que exclamaba Qué caraiti!, Estás pinganditu!, Qué empicaeru eis cogíu! o Essu es gastal escusau! Cada vez que utilizaba antiel, atrochal o daleau ahí estábamos nosotros dispuestos a corregirla, y así fue interiorizando lo mal que hablaba, sin entender muy bien por qué. Mis otros abuelos, en cambio, eran gallegos y, aunque se avergonzaban al emplearlo conmigo, sabían que ese único idioma en el que eran capaces de expresarse se llama gallego.

Foto: Ruth Matilda, periodista americana

Lo que le pasó a mi abuela Elvira le sucedió y les sigue sucediendo a muchos de nuestros mayores en nuestra comarca y en toda Extremadura. Se nos van yendo y lo hacen sin saber si hablan bien o hablan mal. Y ese es precisamente el problema: A día de hoy, seguimos sin saber por qué hablamos como hablamos. Sólo nos han dicho que estaba mal. Y ya. Siempre he tenido presente ese recuerdo y, desde entonces, me he preguntado por qué unos abuelos hablaban gallego y los otros hablaban mal.

Pero hablamos como hablamos, y tiene un porqué. Nuestra habla es la memoria viva de una lengua de origen asturleonés, de la lengua que nos retrotrae al origen mismo de la Reconquista cristiana de este territorio, en 1230, y de la propia encomienda de Montánchez por el Reino de León. Esta lengua se llama estremeñu, o castúo, para entendernos, que seguro que dicho así nos resulta más familiar, y hasta bien avanzado el siglo XX era el habla cotidiana en toda la comarca.


Algo parecido nos pasa cuando hablamos de nuestra comarca en general. Cuando ya estábamos convencidos de que nuestros pueblos estaban condenados a la desaparición, resulta que empiezan a venir esos folasterus y nos empiezan a decir lo que les gusta nuestra comarca. Y nos empezamos a dar cuenta de lo apreciados que son nuestros higos, jamones, quesos y vinos. Tanto es así que, al final, hemos llegado a descubrir que tenemos 7 maravillas. Nuestra comarca, pese a evidentes carencias en materia de transportes y servicios, está dando la vuelta a la tendencia negativa y son cada año más y más personas las que nos visitan. Nos estamos dando cuenta de lo que tenemos y de cómo todo este patrimonio nos va a ayudar de cara al futuro.


Pero si todo este patrimonio, toda esta cultura popular, ha conseguido perdurar hasta nuestros días ha sido a través de la oralidad. Es decir, fue precisamente esta lengua el hilo conductor, el medio natural a través del cual se produjo la transmisión generacional de todo este conocimiento. Es la que mantuvo viva nuestra cultura y nuestra esencia como comarca.

Por desgracia, poco a poco empezamos a aceptar que hablar así es propio de ignorantes y que una persona que quiere tener futuro tiene que aprender a hablar “bien”. Sin darnos cuenta estábamos aceptando que nuestra cultura valía menos o era peor que las demás. No nos dimos cuenta de que nuestra lengua nos permite entender nuestro entorno y nos explica quiénes somos; no nos dimos cuenta de que si la negamos nos estamos negando a nosotros mismos. El resultado ya lo conocemos y lo seguimos sufriendo.


En definitiva, necesitamos reconciliarnos con nuestra cultura popular y devolverle su dignidad en todos los ámbitos de la sociedad. Por eso es fundamental recuperar también ese hilo de transmisión que nos la hizo llegar a través de los siglos.


Porque esta cultura es además garantía de pervivencia de nuestra comarca. Es esta cultura popular la que la ha venido definiendo y modelando a lo largo de los siglos y es la que da ahora su propio sentido y la que hace que se mantenga ese vínculo entre sus pueblos.


Así que lo mismo que le hemos puesto muletas a nuestra Encina Terrona para que las generaciones futuras puedan disfrutarla, es ahora nuestra lengua la que necesita esas muletas para reponerse. Por ello, desde ADISMONTA vamos a poner en marcha en los próximos meses un proyecto piloto para la protección y recuperación del patrimonio lingüístico de nuestra comarca.

Texto: Daniel Gordo

Presidenti d’OSCEC

(Órgano de las lenguas de Extremadura)