Albalá

Es Navidad, es tiempo de Las Tablas de Albalá.

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Albalá celebrará, del 25 al 27 de diciembre su fiesta de Las Tablas, una tradición donde los protagonistas son los quintos y las quintas de la localidad.

En marzo de 2001 se anunció el final de la mili obligatoria, dando paso a un ejército profesionalizado y de ingreso voluntario. Hasta entonces, se llamaba quinto a los jóvenes que al cumplir los 18 años se iban a hacer la mili. En la actualidad, los mozos ya no son convocados al pase de revista militar, sino para procesionar por las calles de esta localidad al son de la música, con sus trajes tradicionales y unas tablas engalanadas con flores, pañuelos de seda, rosarios, medallas y cintas de variados colores, sobre las que se colocan rosquillas, panes, naranjas, etc., un homenaje al Niño-Dios, en recuerdo de las ofrendas de los Reyes Magos y de los pastores.

Sobre las Tablas de Navidad en Albalá hay dos documentos históricos que son una magnífica fuente de información sobre los orígenes de la celebración: el Libro de cuentas de la Cofradía de la Concepción (1688-1792), conservado en el Archivo Diocesano de Coria-Cáceres y el artículo “Las Tablas. La Nochebuena en Albalá” de García Plata de Osma en la Revista de Extremadura, 1904. Parece claro que ese ofertorio de “las tablas de los tres días de Pasqua” ha permanecido en el tiempo desde finales del siglo XVII. El rito, la forma de organizarlo y los contenidos han evolucionado de diversas formas hasta llegar a este momento, algo normal, en una fiesta de más de 350 años.

El ritual de ofertorio, aunque se hacía en los tres días de Navidad, el 25, 26 y 27, giraba en torno a la Virgen y sus protagonistas eran seis “pedioras”, una pareja para cada día, que se el día de la Pura y desde entonces tenían que dedicarse a preparar las dos tablas con lo que recaudaban pidiendo por el pueblo. Durante los tres días citados procesionaban las tablas. La puja o la subasta del ofertorio se hacía en el último día. En estas procesiones o desfiles les acompañaban los mozos que bailaban a su alrededor y también el pueblo, en masa, tocando instrumentos y utensilios diversos con el objetivo de meter mucha bulla.

Paralelo a este ritual de las “pedioras” y las Tablas, existía también otro rito de paso destinado a los quintos del año. Entre las muchas celebraciones de ese período de la quinta destacaban dos eventos de gran relevancia: el arranque de las encinas, realizado durante meses hasta la Pura, y el ritual de la hoguera de Nochebuena que se hacía quemando los troncos de las encinas arrancadas en la dehesa, recubiertos con las taramas de la poda y las escobas recogidas al efecto. Las hogueras de los quintos se hacían, y se hacen, en esta noche también en otros pueblos de la comarca.

Ambos ritos, “pedioras” y quintos, además de paralelos, eran coincidentes, pero no se mezclaban. Otra cosa es que algunos quintos acompañaran como “danzaores” o “descargaores” a las “pedioras” de las Tablas.  El gran paso se dio a mediados de los ochenta del siglo XX cuando se fusionan los dos ritos en uno solo. Y desde entonces, los quintos y las quintas de cada año se encargan de todo el ciclo festivo anual (desarraigo de la encina por San Joaquín, relevo de los quintos del año, procesión de las antorchas, traída y bendición de la encina del “capitán o capitana”, formación de la pira, encendido de la hoguera de Nochebuena, misa del Gallo, las tablas de los tres días de Navidad, el lunes de los gallos, etc.).

Cada año una generación, y así, todas las generaciones de albalenses viven una Navidad propia, diferente, una Navidad al ritmo de Chás-carri-rrás asociado a su fiesta de Las Tablas, una fiesta en la que todas y todos, alguna vez, van a ser las y los protagonistas.

Fuente:  José Vidal Lucía y Mariángeles Jareño. Blog en el arandel.

Programación Fiestas Navideñas 2024 de Albalá