La comarca de la Sierra de Montánchez y Tamuja, en el corazón de Extremadura, es conocida por sus paisajes de dehesa y su patrimonio histórico, sin embargo, su activo más tangible y vital, el que verdaderamente cohesiona a sus municipios y proyecta su identidad al exterior, es sin duda su gastronomía.
Aquí, la comida trasciende la mera degustación para convertirse en un motor económico, un conservador de tradiciones ancestrales y una herramienta de fijación de población en un contexto rural.
El Ibérico: Símbolo de Identidad y Calidad



Montánchez, autodenominado con orgullo “el pueblo que huele a jamón” está de aniversario ya que celebra este fin de semana su XXV edición de las Jornadas Gastronómicas del Cerdo Ibérico, un evento que es mucho más que una feria: es una reivindicación de la tradición y la calidad de un producto y del saber hacer transmitido de generación en generación. Consulta bando móvil municipal y sus redes sociales para no perderte nada. Hasta el mismísimo Carlos V pasará por Montánchez estos días.

Este compromiso con el ibérico se extiende a la base de la cultura popular: la Matanza. Numerosos municipios de la comarca mantienen viva esta tradición como fiesta popular, demostrando cómo el ciclo del cerdo ibérico vertebra el calendario rural:
- Zarza de Montánchez: Su 3ª Matanza Popular se extiende a lo largo de estos tres días, incluyendo la matanza, despiece y elaboración tradicional de productos, culminando con rutas de senderismo y comidas populares que integran a vecinos y visitantes.
- Casas de Don Antonio: Aquí, la Matanza Popular 2025 se centra el sábado 6 de diciembre con una degustación de migas, patatas con carne y productos ibéricos a la brasa, auténticos pilares de la cocina de subsistencia reconvertida en manjar.
- Torremocha: Su fiesta combina la Matanza con actuaciones de folklore extremeño y una degustación de vinos de la tierra, evidenciando cómo la gastronomía se alía con la cultura y la fiesta para crear un evento de día completo.
Más Allá del Jamón: Tradición y Resiliencia
Si bien el ibérico es la estrella, la resiliencia gastronómica de la comarca se mide también en sus productos complementarios. El vino, especialmente el de elaboración artesanal o Vino de Pitarra, es un elemento distintivo que acompaña a la matanza y a las reuniones sociales.
Localidades como Alcuéscar organizan un Concurso de Tomatá y de Vinos de Pitarra, un producto que mantiene viva la producción tradicional y cuya valoración incluye aspectos como el color, sabor y aroma. Estos concursos no solo premian la calidad, sino que integran la tradición en la vida social, finalizando con la degustación de los productos por parte de toda la localidad.






