Montánchez, el pueblo que huele a jamón, celebra los días 6 y 7 de diciembre las XXIV Jornadas Gastronómicas del Cerdo Ibérico.
Una veintena de stands de productores y comerciantes de Montánchez, Valdefuentes, Botija y otras poblaciones de la provincia albergará la Carpa Municipal instalada en la Plaza de España, que estará abierta durante las dos jornadas, de 12:30 a 19:30 horas, para deleite de visitantes con los productos gastronómicos como verdaderos protagonistas de este espacio: jamón, quesos, vinos, dulces e ibéricos pondrán el mejor sabor a este evento.
Pero estas jornadas gastronómicas del cerdo ibérico cuentan con muchos más escenarios:
- Soportales del Ayuntamiento. Para venta de tickets y plato cerámico conmemorativo de la presente edición y como punto de salida para rutas.
- Nave municipal “El Salor” (antiguo matadero): Matanza Tradicional del cerdo.
- Plaza del Altozano: Taller de aliñado y llenado de embutidos y actuaciones musicales.
- Club Tercera Edad: actuación musical para las personas mayores.
- Biblioteca Municipal y Casa de la Cultura. Servicio de ludoteca disponible viernes y sábado de 15:00-19:30 horas, previa inscripción.
Ofrecen un completo programa de actividades pensadas para que todos los sectores poblacionales disfruten de estas jornadas gastronómicas, en las que también se han previsto opciones de transporte desde varios municipios cercanos (Almoharín, Trujillo, Cáceres).
Las consolidadas Jornadas Gastronómicas del Cerdo Ibérico, que el próximo año celebrarán su XXV aniversario, son un gran homenaje a productores y consumidores de este manjar de la dehesa extremeña que deja en todos los asistentes buen sabor de boca: matanza tradicional, talleres temáticos, rutas guiadas por el Castillo y el Canchalejo, homenajes a empresarios, stands de venta, degustaciones, actuaciones musicales, … Todo desarrollado en el Balcón de Extremadura, como es conocido Montánchez por sus privilegiadas vistas. Precisamente, es esa ubicación serrana del municipio la que da el especial sabor a todos los productos ibéricos que se elaboran allí.
Un plan perfecto para estos días festivos: Visitar las Jornadas Gastronómicas de Montánchez, el pueblo que huele a jamón, especialmente en estos días y dejarse encantar por sus alojamientos, restaurantes, patrimonio cultural, gastronomía, paisajes y su gente es forma parte de su historia.
—
Extracto de Montánchez en el siglo XX. Apuntes para una historia reciente, de HILARIO JIMÉNEZ GÓMEZ Cronista Oficial de la Antigua y Leal Villa de Montánchez. En Revista de Estudios Extremeños, 2017, Tomo LXXIII, Número II, pp. 1345-1386
Ruth Matilda Anderson y los jamones de Montánchez
En los años veinte la Hispanic Society of America organizó varias expediciones a España para crear un completo archivo fotográfico que documentara las costumbres de las distintas regiones españolas. Entre los meses de enero y abril Ruth Matilda Anderson fue la encargada de fotografiar Extremadura para tal fin.
Visitará Montánchez los días 19, 20 y 21 de marzo de 1928; recogerá su visión personal en sendas notas de trabajo, reconstruyendo detalles y explicaciones junto a un total de 48 fotografías. Pero a lo que más atención prestó en sus apuntes fue a nuestro tesoro gastronómico: el jamón; el mismo que hizo las delicias del emperador Carlos V en su retiro de Yuste al final de su vida, a mediados del siglo XVI.
De todos los personajes que conocerá Ruth Matilda en su periplo por tierras españolas la que más le fascinó -dejó escrito- fue Anita la jamonera; con ella mantuvo contacto epistolar tras su visita y llegó a enviarle incluso algún libro que publicó. Es innegable que, además de su “hospitalidad”, lo que despertó el respeto y la admiración de la fotógrafa es que fuera una mujer la que llevara un negocio de tal envergadura en una tierra eminentemente masculina y rural.
Todo se lo explicará con detalle Anita Lázaro Carrasco, montanchega entrañable que le muestra entusiasmada su casa y sus bodegas: En las cámaras del piso de arriba, ensogados en vigas de madera, pendían cientos de jamones, como murciélagos enormes invernando de una sola pata […]. En un cuarto contiguo estaba la prensa de tablones de encina con recios tornillos de madera para exprimir los jugos de la carne. Los jamones entraban en tandas de ocho o diez y salían bien aplanados.